jueves, 12 de junio de 2008

Autómata Sexual



Eres un gilipollas...
-¿Por qué no haces el favor de cerrar la boca?
-¡ Imbécil ! Llevas encerrado en esta habitación intentando escribir desde hace tres semanas y no has conseguido pasar de la primera hoja
¿Quieres la coca, tal vez eso ayude a tu creatividad?
-Cuando te lo propones eres experta en destrozar la paz de esta casa
-Bueno ¿Vas a contarme de que va tu relato?
-Es una historia de amor...
-¿Amor? ¿Pero acaso tu sabes qué es el amor?
-Supongo que es todo lo contrario a lo que tu y yo estamos viviendo.
-¿Por qué no me besas?
-La locura se está apoderando de ti ¿Lo sabes?
-¡Besame tonto!
Él la agarra por la cintura y la tira contra la cama, hace calor, la lámpara está fundida .Follan hasta que suena el timbre, ella se levanta. Está desnuda y su cuerpo chorrea sudor. En topless da la bienvenida a Elías que entra apartándola bruscamente.
-¿Dónde está Edgar?
-En la habitación...
La noche asoma por el sucio ventanal. Edgar tiene las sábanas cubriendo su entrepierna.
-Quiero ver tu relato- Dice Elías visiblemente alterado.
-Aún no está terminado, tendrás que esperar.
-¿Esperar? ¡Llevo esperando más de dos meses! Por Dios Edgar que es un relato, no estás escribiendo Ulises.
-Seguro que Joyce tuvo menos dificultades, yo estoy intentando ser sincero. Estoy intentando traspasar pensamientos al papel ¿Sabes lo desgarrador que puede llegar a ser eso?
-Ni lo se, ni me importa. No quiero escuchar tus estupideces de bohemio frustrado. Los de la revista me están dando el coñazo desde la semana pasada y ya no se como esquivarlos. Vamos, te estoy haciendo un gran favor ¿Has vuelto a esnifar?
-No me queda dinero para droga, y doy gracias a que la máquina está repleta de tinta, de lo contrario me veria obligado a escribir con sangre.
-Al menos cuentame de que va tu relato...déjame decirles algo a los de la editorial.
-Es una historia de amor.
-¿Amor?- Grita Elías haciendo vibrar toda la habitación- Tus historias siempre hablan de putas, drogas y miserias ¿Por qué te preocupas ahora por el amor?
-¿El amor forma parte de la vida, no crees?
-Claro, pero no de la tuya.
-Entoncés estoy escribiendo una utopía.
-Querrás decir distopía. El amor comienza como aquel sueño quimérico, iluso, inocente. Digamos que en él todo es color. Pero después se torna negro y sucio. Como una ciudad futurista venida a menos. El amor se convierte en decadencia Edgar.
-No se cual de los dos está más acabado viejo amigo.
-Bueno tu ya rozas los cincuenta, supongo que vas directo al agujero.
-Toco fondo si, pero si por casualidad este incesante dolor vital se prolongase más de lo que debiera, recuerda compañero que debes darme la cicuta como último remedio.
-¿Por qué no dejas tu cinismo para cuando hayas acabado el relato cariño?- Dice la hermosa Casandra visiblemente agotada.
-No consigo pasar de la primera página
-Leenos algo...
-No debo hacerlo.
-Vamos Edgar, no te hagas ahora el interesante, queremos hacernos una idea de lo que escribes...
-Está bien, pero ni siquiera estoy seguro aun de como va a terminar todo esto.
-¿Es que acaso alguien lo sabe?
- El relato empieza así... ...en un viejo tren que recorre el sur de Europa un jóven perdido en la inmensidad del paisaje mantiene una conversación imaginada con la chica que tiene sentada justo a su lado. Él la mira, aquel cuerpo de mujer era parecido al mismo que Botticelli había pintado para su Venus.Un aire mediterráneo recorria el rostro de aquel ángel hasta llegar a unos pechos y caderas que harían las delicias de cualquier hombre moribundo.
La observa endemoniadamente fijo sin que ella se percate, siente el aroma de su piel, percibe la magia de aquellos labios. El amor brota por las vias de la lujuria.
Sabe que nunca se fijará en un hombre como él, pero entonces ella le habla, sus palabras son alarmantemente seductoras.
-Realmente no estás enamorado de mí, ni siquiera eres capaz de amarme en tu imaginación. Lo único que te interesa es mi carne.
-¡Yo te adoro!
-No te engañes, mírate, reconoces perfectamente las cadenas que llevas en tu interior, no eres libre. Lo dejarías todo por mi. Todo por probar el pecado que la vista te ofrece. Eres un autómata, las pasiones te llevan, te absorven, has nacido preso en tu propio cuerpo. Eres un autómata sexual.
-Una bestia salvaje le destroza el corazón. Acaba de descubrir que nunca será capaz de enamorarse, que nunca encontrará la auténtica belleza de lo hermoso.
Elías interrumpe el discurso de Edgar, visiblemente afectado no comprende ese cambio de tématica a la hora de escribir.
-¿Amor y libertad?¿Estás loco? ¡Por Dios Edgar, esto es tu ruina, tu fin!- Casandra ríe con un aire de frialdad que recorre las paredes de aquella sucia habitación.
-¿Cuál es el título del relato?
-Lo voy a titular "Autómata Sexual" lo tengo decidido...
-Esta era tu última oportunidad de salir a flote y creo que definitivamente has apretado el gatillo. Todo el mundo esperaba tu próxima novela polciaca y has acabado por lanzar tu carrera al cubo de la basura. Has destrozado tu vida con un relato de diez páginas sobre un hombre que pierde la libertad individual cuando le entran ganas de follar.¡Edgar, ya hablaremos!- Elías dando un portazo se marcha de la casa.
Casandra abre las piernas y llama a Edgar con el dedo. Juntos jadean hasta el amanecer.

martes, 10 de junio de 2008

Una historia real. Parte II

Jean-Paul desesperado y embriagado de la gran fortuna que proporcionaría llevar a aquel engendro al Viejo Continente se decidió y pidió la mano a José Somoza, padre de la niña, el cual pensando siempre en la felicidad de su hija, concluyó siendo realista que no se presentaría otra oportunidad como tal para que su niña formase una familia y con alguien tan exitoso y con tanta garantía como el Señor Babbage, y, humildemente, terminó aceptando exigiendo además, un importante tesoro.Cristina Somoza no alcanzaba el metro y medio, cubierta en su totalidad de pelaje largo y negro como el azabache, además tenía el rostro desfigurado por una inflamación descomunal de la encía y la mandíbula proporcionándole un aspecto bastante simiesco. Creo que no alcanzaba por aquel entonces los catorce años de edad y a pesar de ser totalmente consciente de todo aquello que le rodeaba a penas pronunciaba palabra.Se casaron en una pequeña parroquia en la que hubo también que pagar abundantemente para que aceptasen casar por la Iglesia Católica a la ya famosa Cristina, ante la emoción de sus cinco familiares consternados por ver cómo por fin su Cristina comenzaba una vida normal y como se merecía.
En el viaje marítimo de vuelta Jean-Paul pensó encerrarla en el camarote para guardar así el secreto y la sorpresa hasta llegar a Moscú donde soñaba con presentarla ante los zares, la ató con una soga a la pata de la cama y le daba de comer en un plato que le colocaba en el suelo. En más de una ocasión, el poco afortunado con mujeres y solitario señor Babbage la montó por detrás mientras la azotaba para someterla y reía y disfrutaba llamándola "perrita" o gritándole al oído "¡Yo soy tu amo, me has costado una fortuna!" mientras ella callaba e impregnaba las sábanas en lágrimas.
Al llegar a Moscú tras una tónica como la descrita que se alargó durante meses, se apresuró por presentarla a la Zarina y ante todo el pueblo ruso que pagase su correspondiente entrada para entrar a Palacio a ver "El Eslabón Perdido". La vistió con inmejorables galas y trajes de seda, su mirada era siempre cabizbaja y realmente recordaba al semblante de un simio que ha crecido entre los barrotes de un zoo.
Por consecuencias del azar o por afirmaciones del destino, Cristina en pocos días comenzó a engordar, llevaba consigo un gran secreto dentro, pero que ya comenzaba a ser inocultable. Babbage cegado en su nuevo status social rodeado de toda una compleja aristocracia rusa tardó meses en relacionar los constantes vómitos de Cristina con la incipiente barriga que le asomaba monstruosa entre el pelaje. El monstruo está embarazado.
Tan pronto como desarrolló su evidente conclusión, el Señor Babbage corrió poseso hacia la celda donde malvivía aquella niña inocente, ni le habló, le pegó y golpeó como nunca había hecho anteriormente, ella sangraba y lloraba en silencio tirada en el suelo, mientras él le pateaba la barriga con rudeza y contundencia, tan sólo una pregunta escapó de sus labios agrietados, susurrando, casi un suspiro: ¿por qué?
Más de un mes estuvo Jean-Paul pensando en la imagen que daría de sí mismo teniendo un hijo con aquel engendro, todo lo que había conseguido en cuanto a fortuna y prestigio por la borda, sólo por la culpa de aquella estúpida y falta de carácter criatura. Rezaba fervientemente tres veces al día para que al menos Dios, su Señor, le salvase de aquella tragedia. Y tras poco más de un mes, cuando Cristina parecía que iba a parir de inmediato e irremediablemente y cuyo suceso se había filtrado a toda la sociedad rusa e incluso europea, Babbage, hombre inteligente para los negocios, se le ocurrió la única idea ventajosa que se le podía ocurrir dada aquella bochornosa situación: Decidió vender entradas a precios desorbitados para ver parir al Simio de Moscú cómo ya lo llamaban entre el populacho.
Enseguida se vendieron todas las localidades y llegó el día del parto, sobre el escenario del teatro principal de la ciudad. En primera fila: Babbage flanqueado por la exquisitez social rusa de la época. Sobre las tablas: Cristina, un prestigioso veterinario horrorizado por todo aquello y una ayudante de éste.
El parto fue provocado, para que nadie hubiese pagado en vano su entrada, y dado al pequeño tamaño de la madre fue extremadamente peligroso y complicado. Tras algo más de 3 horas de tensión, se comenzaron a oír silbidos entre el público y al fin el Doctor Ivánovna pudo tomar entre sus manos un pequeño ser, cubierto en su totalidad de pelaje impregnado y endurecido en sangre y, por supuesto, inerte. Cristina perdió demasiada sangre y fue trasladada urgentemente a Palacio donde murió horas más tarde.
Babbage en el graderío, comenzó a llorar y multitud de personas intentaban consolarle por la muerte casi simultánea de su esposa y su recién nacido hijo, aunque lo que no sabían es que cada lágrima que desperdiciaba el francés era a causa de una importante pérdida de fortuna, popularidad e incluso futuro.
Ya volviendo a Palacio, Jean-Paul tuvo su última esplendorosa idea la cual le salvaría de la pobreza para siempre y resolvería todas sus tristezas, nada más llegar, pidió hacerse cargo de los cuerpos inertes de su mujer e hijo y los llevó ante el prestigioso embalsamador Alexis Vukicevic, éste, conociendo el caso de Cristina Somoza y las riquezas del Señor Babbage pidió un importante precio por sus servicios y prometió poder venir a recogerlos ya terminados pasados tan sólo quince días.
Y así fue, pasada la quincena volvió el señor Babbage al taller de Vukicevic, allí estaban, la sorpresa de Jean-Paul era indescriptible, parecían tener vida, el color, la postura… ¡El disecado había sido perfecto!
De tal manera fue como Jean-Paul Babbage mantuvo su fortuna y prestigio durante el resto de su vida, la cual la dedicó a mostrar a la familia Babbage inmóvil y sin vida pero vestidos con inmejorables galas y recreando escenas de lo más inverosímiles y cómicas.
Y es aquí donde dejo de escribir, pues el anciano Señor Babbage, trae hoy a la Plaza de San Francisco, acá en Sevilla, al eslabón perdido y su pequeña criatura. ¡No me lo puedo perder!

Una historia real. Parte I


Jean-Paul Babbage era un hombre rudo de aspecto serio, de rostro agrietado, piel como de lodo castigado hacía ya tiempo por el Sol, hijo del mundo y patriota de ningún país, nacido, según contaba, en algún pueblecito marinero de la Aquitania francesa. El pelo negro, moteado por canas, la piel morena y una nariz grande y aguileña que atendía tanto al tópico galo que debería figurar en la bandera tricolor.
Se consideraba cazatalentos y viajaba por medio mundo buscando personas con un "don" especial, un extraordinario físico como podía ser una pareja de hermanos siameses, algún cuerpo con extremidades de más, o cualquier otra irregularidad enfermiza en el cuerpo de un ser humano. Los exhibía. De esta manera el Señor Babbage consiguió reunir una importante fortuna, siempre aspiró a ser aceptado por la alta burguesía de allá donde iba, ansiaba conocer monarcas y que su nombre traspasase fronteras por todo el mundo. Pero por aquel entonces otro nombre comenzó a circular de voz en voz, con más velocidad y rotundidad que el del propio Babbage, era el de Cristina Somoza, una niña de unos 13 años de edad, que habitaba en Méjico, ella, según decían, era el eslabón perdido entre el simio y el hombre, una sorpresa macabra de la naturaleza. Jean-Paul, pensó que no podría dejar escapar un negocio como tal y se apresuró en viajar hasta el país azteca para conocerla. Se apresuró para tomar el primer barco que zarpase hacia Méjico y para ello tuvo que trasladarse hasta Burdeos, curiosa sorpresa del destino que debiese volver a su provincia natal para precisamente partir hacia otro lugar aún más lejano. Aspecto elegante, escaso equipaje y nadie en el muelle que le dedicase una despedida. El gentío se apelotonaba en cubierta mientras él se dispuso a leer sentado El Banquete de Platón, obra que jamás leyó más allá de las dos primeras páginas, pero que orgullosamente exhibía en sus manos, con mirada interesada y asintiendo con la cabeza, al igual que con otros dos libros filosóficos que le regaló el socio con el que fracasó estrepitosamente en su último negocio.
El viaje se hizo largo y fatigoso pero sirvió para conocer a gente de la que le gustaba tantísimo al Señor Babbage, como un famoso joyero holandés y un prestigioso ingeniero que estaba participando en la construcción de un modernísimo transatlántico llamado Titanic.

La llegada fue deseada pero cual fue su sorpresa que nada más llegar y localizar a su ansiada joya pudo ver como el director de un circo norteamericano se le había adelantado y había ofrecido una importante suma a la humilde familia de la niña, el trato estaba prácticamente cerrado, Babbage intentó igualarlo e incluso superarlo, pero la familia mejicana estaba totalmente convencida y decidida a ser fiel a su palabra.