martes, 29 de julio de 2008

Greta, corazón de latón



Sentado en su viejo sillón de mimbre miraba inquieto aquella caja de madera que descansaba frente al televisor.
Había estado esperando ese momento desde hacía tanto tiempo que ahora no estaba seguro de dar el último paso.
¿Y si retrocedía? ¿Y si llamaba al servicio de correos y les decía que aquel pedido no era para él? ¡Que se habían equivocado!
Don Jacinto, que así era como lo llamaban sus alumnos vivía en una pequeña casita adosada a las afueras de la ciudad. Profesor de literatura, estaba divorciado y tenía dos hijos de veinte y dieciocho años Su pelo blanquecino le recorría desde la coronilla hasta la parte baja del cuello, un bigote alargado y bien peinado le daba un aspecto extravagante que lo hacía parecerse a los grandes pensadores del siglo XIX.
Distraido, miraba con el rostro perdido las estanterías llenas de libros y por que no decirlo, de polvo que rodeaban toda la estancia. Hombre siempre muy ordenado, tenía archivados todos aquellos recuerdos del pasado con étiquetas fabricadas por él mismo. A la derecha se podía buscar cualquier novela hispanoamericana, en la parte izquierda y junto a la ventana, las obras universales de la literatura alemana descansaban con un aire de majestuosidad que ya nadie apreciaba.
Aquellas palabras estaban muertas, todos sus libros estaban vacíos, el silencio de la escritura no provocaba más que dolor de oidos. Se recordaba a sí mismo en medio de una de sus clases recitando los versos del viejo Baudelaire sin ser atendido por nada ni nadie...cómo habría deseado tener alas y salir volando de aquella escuela mediocre.
Volvió a mirar la caja, calculando su altura pensó que tal vez fuese demasiado alta. Debía medir al menos dos metros de altura. En el exterior la palabra "frágil" la protegía de cualquier golpe externo. ¡Dios mio, la tenía allí delante! ¡Al fin! Ahora sentía miedo, por un lado ardía en deseos de abrir ese gran envoltorio que tapaba su vista, pero por el otro el terror se apoderaba de él. ¿Sería tan real como decían? ¿Qué le diría a sus amigos sobre el lugar de donde había salido? Pensándolo bien nada importaba ¡él no tenía amigos!
Decidido puso los pies tensos y estirados, abandonó el sillón y con paso seguro se dirigió hacia la caja, dos grandes lenguetas cerraban con seguridad aquel envoltorio. Apenas llegaba a la parte superior, su estatura nunca había sido muy alta, es por ello que temía que le superase en altura...eso habría sido un error, habría jurado que en el impreso de solicitud había pedido una estatura no superior al metro sesenta y dos. En fin, aquello lo comprobaría de inmediato.
Al abrir las lenguetas un escalofrío aterrador le recorrió el estómago ¿Dejaría de sentir de una vez por todas aquel horrible sentimiento de soledad? No, realmente no creia que nada de eso pudiera suceder,el mundo era oscuro y solitario, la vida un devenir constante que acababa con un último suspiro sin esperanza¿Qué salida había pues?
¡Resignación! Justo entonces pensó que debía quemar todos los libros de Schopenauer.
Dejando todas sus teorias pesimistas sobre la vida tiró el plástico de burbujas que cubría una caja que ya desde dentro se notaba fuerte y duradera. Un crital envolvía la parte interior.Transparente, se observaba una silueta en su interior, distorsionada por las pompas de aire aun no podía observar claramente los detalles de aquel, su último rayo de esperanza.
Don Jacinto respiró profundamente y decidió retirar definitvamente toda la sábana de plástico...¡Allí estaba! delante de sus humedecidos ojos ¡Era tan hermosa como jamás habría podido imaginar! Efectivamente su altura no superaba el metro sesenta y dos, lo indicaba un panel lateral con una flecha roja donde venían impresas las medidas.
Sus ojos permanecían cerrados, como si aun no hubiese nacido, como si aun no fuese consciente de lo que era el mundo.
¿Qué hacer en aquel preciso instante? ¿Cómo activarla? Las instrucciones que miró detalladamente no venían en castellano, con su torpe manejo del inglés Don Jacinto retiró todos los cartones de alrededor y buscó en la parte trasera del androide el botón de inicio. Este se encontraba justo en la zona del orificio auditivo.
Un mando a distancia servía de memoria para dar vida a aquel cuerpo aun yerto. "Name" eso decía con letras de imprenta la dichosa pantalla verde del mando. En aquel hueco debía escribir el nombre al que respondería aquella mujer artificial, aquel magnífico cuerpo que aunque falso, sería el deseo carnal de cualquier hombre terrestre.
-Greta, asi te llamaré- Dijo Don Jacinto mientras apretaba discretamente el botón. En ese instante la miró a los ojos, aun cerrados estaban a punto de hacer todos sus deseos realidad. Un cabello negro y suave le llegaba hasta la parte baja del cuello. Rostro fino y piernas largas, tenía una piel no demasiado morena, siempre le habían atraido las mujeres de piel blanca.
Al hablar con el ingeniero le pidió que tuviese cierto parecido a Marlene Dietrich, estuvo dudando si hubiera preferido el rostro casi angelical de Michelle Pfeiffer pero tras ver en el último ciclo de cine "Sed de mal" no lo dudó dos veces, pasaría el resto de sus dias junto a una mujer idéntica en belleza a su idolatrada actriz de los años cincuenta.
Greta vestía un traje negro de gala y un collar de perlas blanco.Don Jacinto creia que aquella indumentaria era inadecuada y ridícula, pero la empresa encargada de fabricar los androides los empaquetaba a todos vistiéndolos de la misma forma. Afortunadamente, la tarde anterior, Don Jacinto se había preocupado de comprar varias prendas femeninas a su gusto para vestir la que iba a ser su nueva compañera de ilusiones.

martes, 15 de julio de 2008

Divagaciones de un misántropo sentimental. Final.



-¿Otros asuntos?
-Exacto, son muchos los temas que te preocupan...
-Si bueno, como a todos supongo.
-No lo creas, ahora el mundo vive despreocupado, ensimismado y falsamente comprometido.
-Aun así no creo que sea el único viviente del planeta comprometido con la causa.
-¿La causa? No te confundas Dante, tu no estás comprometido con nada ni con nadie, pero tranquilo, no he venido hasta aquí para juzgarte, es completamente normal que estés infectado por el germen del mundo posmoderno.
-¿El germen del mundo posmoderno? ¿Es algo así como una enfermedad contraida por el mordisco de un zombie?
-Más o menos si, estás infestado. Mirate bien, crees que eres especial, y ciertamente hay algo en tí que parece inclinarse hacia ese lado del espíritu, todos son extraordinarios a su manera. Pedro es un tipo genial, con unos principios realmente honestos, pero trata a sus allegados con desprecio. Al igual que tu, lo odias todo, y no sólo al imbecil que habla de Unamuno, que realmente es odioso, pero no es ahí a donde quiero llegar... en el fondo lo que vengo a querer decirte es que estás en un estado de desencanto francamente preocupante.
-Lo se, lo se pero...
-¡Pero nada Dante! No puedes vivir con angustia, ¿Cómo la llamabas, angustia vital?
-Si
-¿ Por qué ese nombre?
-No lo se, creo que...no tengo una explicación concreta a ese malestar, simplemente es un peso, una carga que de vez en cuando se deja notar sobre mis espaldas. Es la tensión que todos sentimos al vivir, al rozar nuestra piel con el asfalto de la vida...
-Entiendo
-En definitva, es sentir el puto mundo cayendo sobre tus espaldas
-Experiencias vividas les llamo yo...
-Ernesto, no me gustaría importunar pero...esta conversación parece estar tomando tintes de libro de autoayuda
-Dante, sólo he venido a concienciarte, no a consolarte...he venido a llevarme conmigo la angustia a otro lugar
-¿De veras? ¡Volvería a vivir como un niño!
-Los niños también sufren, odio la visión paradisiaca de la infancia
-Cierto, tienes razón, no cambiaria los miedos de hoy por los de ayer...
-Dante, en resumen...¡Sobrevive!
-Necesito una mujer para eso
-¡No digas chorradas! Si la necesitas búscala, pero no te quedes sentado viendo pasar el mundo como si fuese una de tus películas...
-¿Y que hay de Beatriz?
-¿Beatriz?¿Es que no la oiste? Te dijo que mirases al futuro, que el ayer no se puede salvar...
-¿También estabas a mi lado cuando iba sólo por la calle?¿Eres mi ángel de la guarda?
-Últimamente me han asignado como tu tutor personal...
-¿Quién te manda, Dios?
-Algo así, si...
-¿Estás diciendome que Dios no existe?
-Ese tema está vetado. Es aquel del que nunca hablamos...
-¿Por qué? ¿Es un Dios cruel y vengador?
-No podemos decir nada Dante, son las reglas, lo siento. Lo que si puedo adelantarte es que olvides toda noción cristiana de forma humana.
-¿Es extraterrestre verdad?
-Sólo te diré que pienses en formas geométricas
-Lo sabía, una esfera perfecta que flota en el aire con rayos cósmicos...¿Me equivoco?
-Dante...
-Está bien, lo siento Ernesto.¡Ah, una última cosa!
-Dime
-¿Cómo te sientes tras ver tu rostro convertido en una marca de moda más?- Tras estas palabras la figura del Che se desvanece ante mi atónita e incrédula mirada. A mi alrededor todos me observan perplejos, bocas abiertas, ojos expresivos.
-¿Con quien hablabas?- Pregunta Sol visiblemente asustada...
La noche prosigue, la gente se pierde por callejones oscuros, las tres de la madrugada en el reloj del ayuntamiento. Pedro me mira, sabe que la velada está siendo un fracaso. Lo he dejado solo con esta nave de locos mientras yo mantenia una conversación esquizofrénica con uno de los mayores revolucionarios de la historia.
Andamos sin destino aparente, el sueño y la desesperación se apoderan de mi. Sol agarra de la mano al que dice ser su novio. Me mira, nos mira...
-¿Por qué no entramos en esta discoteca?
¿Discoteca? Pienso para mis adentros. No piso una desde la última noche que besé a Beatriz.¿Qué demonios voy a hacer yo en una discoteca? Es como entrar en un nuevo manicomio...
-¡Entremos!- Dice Pedro completamente convencido. Lo miro, sabe que no me apetece en absoluto encontrarme con el tumulto de la noche ¿Qué pretende?
Tres minutos más tarde estoy solo, con una Heineken en la mano, me encuentro rodeado de un ejercito de muertos vivientes que se mueve a un ritmo frenético. Pienso que podria ser peor, me gusta el local, está decorado con originalidad y tiene un aire retrofuturista que me hace recordar el erotismo de Barbarella.
¡Maldita sea! La palabra erotismo siempre fue ligada en mi mente al nombre de Beatriz. ¿Por qué no soy capaz de borrarla? ¡Debo borrar los recuerdos! ¡Debo matarlos! ¡Asesinarlos, masacrarlos, degollarlos!
Bebo prolongadamente de la botella que tengo en la mano. Miro hacia atrás, puedo ver a Pedro hablando con un compañero de clase. Vuelvo a beber, a mi izquierda Sol mueve velozmente los brazos, parece estar discutiendo. Las luces se encienden y se apagan, el sudor se palpa y entonces...
I saw her standing there...I saw her standing there...¡I saw her standing there! Es preciosa, morena, piel suave, aun no la he tocado pero estoy seguro de que es lo más parecido a un ángel. En una esquina, sola, mira hacia todos lados ¿Está esperando a alguien? Claro que si, te está esperando a ti Dante. Fijate, es ella, es tu deseo...
la canción de los Beatles suena en el aire, me ha visto, sabe que voy hacia ella y sonrie. Me tapo los ojos con el brazo, esa sonrisa desprende demasiada luz.
Estoy viviendo dentro del rock, estoy viviendo dentro de una letra musical, apenas tiene diecisiete años, su aspecto es incomparable, ¿Cómo pretendía yo bailar con otra? ¡Oh cuando la ví allí de pie!...El corazón gira sobre si mismo revolucionado. Ella no bailará con otro, estoy seguro. Con el paso firme cruzo el tumulto hasta llegar a su lado, sobre mí se imprime un ritmo lento. Le agarro la mano, y entonces el reloj del ayuntamiento comienza a girar, ya el tiempo no pesa, el tiempo es suave y ágil, las manecillas se mueven a una velocidad de vértigo, como sus pies y los mios bailando un twist.
La abrazo, ahora se que ya nunca bailaré con otra, ¡Oh cuando la vi allí de pie! Entonces me doy cuenta, me percato de que estoy sobreviviendo, de que el Che tenia razón, de que no me he hundido aferrado al infierno. ¿Y Beatriz? ¡Oh, Beatriz es esta chica! Beatriz son los amaneceres en la playa, los viernes a la salida del colegio y los regalos de una mañana en navidad. Beatriz es una vieja película clásica susurrandote emociónes al odio, la luz de Vermeer, los soles primaverales, los amigos, los poemas de Lope de Vega, el vino dulce y la cerveza fria en verano. Beatriz es un bello recuerdo, Beatriz es el arte en estado puro, ella era la vida y yo estaba completamente cegado. Porque el mundo no sólo era ruido y furia, porque el mundo tenía nombre de mujer.

lunes, 14 de julio de 2008

Divagaciones de un misántropo sentimental. Parte II



Como dos espíritus libres practicabamos juegos sexuales en lugares repletos de vida...primero fueron las universidades, más tarde los viajes en tren...cualquier lugar era idoneo para dejar volar aquel caballo idomable, aquel corcel fogoso y rebelde que de nada le sirve los fuertes latigazos del cochero. ¡Oh que casualidad! Justamente estoy apoyado en una columna testigo de aquella pasión infinita, claro que desde la perspectiva que la veo ahora si que fue algo finita.
A las diez y media de la noche me encuentro sentado en un bareto de aparente estilo bohemio. A mi alrededor observo las mesas y sus ocupantes...clones salidos de fábrica visten camisetas viejas, faldas a rayas y peinados desaliñados, seguramente sean ese tipo de gente con especial aversión al champú de manzana, lucen orgullosos el rostro de una personalidad desbordante, de una originalidad única, ¿pero saben que? ¡No creo nada! No son más que unos ineptos con falsos e ilusorios sueños revolucionarios.
Con el odio recorriendo todos los huesos de mi cuerpo me tiro la cerveza encima, un viaje al baño lo solucionará. Nuevamente me encuentro con el inquilino del espejo. Me mira, lo miro... se rie de mi, limpio con jabón las ridículas manchas de mi camisa. El rostro de Ernesto Guevara aparece pegado en una de las paredes del que quizá sea el retrete más sucio de la ciudad. A su lado una foto rajada de partidarios carlistas, algo más a la izquierda escrito a bolígrafo, un mensaje que dice algo parecido a "la chupo mañana a las cuatro de la tarde". En fin, creo que este último rótulo es el más sincero de todos. Me divierto pensando que tal vez haya sido la misma persona quien haya pegado todas aquellas pegatinas políticas y ese último ofrecimiento sexual.
En mi mesa todos discuten aparatosamente, unas doce personas han dedicido hacer acto de presencia, la noche promete especialmente desastrosa. No conozco a casi ninguno de los rostros bobalicones que me acaban de presentar. A mi izquierda se encuentra Pedro, la única persona memorable del lugar, no es un viejo amigo pero desde hace un año nuestros lazos se han unido más que de costumbre, creo que puedo considerarlo un aspirante al título de persona respetable.
A mi derecha una chica me mira dulcemente, su nombre es Sol y es lo único que me gusta de ella...es arrogante, mezquina, hipócrita y astutamente femenina, habla mucho y no dice nada, su voz traspasa mis oidos provocando un escozor insoporable. Ha traido como acompañante al que parece ser su novio, calzonazos de profesión y con fuerte tendencia a la autohumillación. Al lado de esta se encuentra un tipo realmente curioso, ha venido de Madrid, gafas negras de pasta, perilla larga de viejo sabio y camiseta desencajada, es un pedante nato, desde que hemos llegado al bar no ha cerrado su repetitiva boca. Primero fue el cine negro de los años treinta, después la Nouvelle Vague francesa, y ahora profesa un culto desorbitado hacia Unamuno.¡Pero será gilipollas! Sólo ha leido un libro y ya se atreve a teorizar como si participara en el programa literario de los martes por la noche. ¡Es terrible!, la vida a veces da sorpresas francamente inesperadas.Para concluir, el tipo asegura tener una vida sexual plena y satisfactoria, y es más estimados lectores, insta al resto de comensales a que se le pregunte por sus intimidades de alcoba...Shakespeare tenía razón cuando describió el mundo como un vasto manicomio, un manicomio lleno de ruido y de furia.
La velada prosigue...las conversaciones vuelan de un lado a otro de la mesa, el viento calido de la ciudad se hace patente sobre nuestras nucas, de repente Pedro me mira, sabe que el tema que se encuentra encima del plato es especialmente suculento...
-El amor- Dice Sol mostrando orgullosa sus dientes-¿Qué opinas del amor Dante?
-Yo no creo en el amor...
-¡Por Dios, por Dios! ¿Cómo una persona con la que he mantenido tantas conversaciones de café sobre la belleza y las mujeres puede renegar ahora del amor? Una cosa...¿Sabeis lo que le ocurre a Dante? Que le gusta autoengañarse, de sobra sabe que el amor vive en él, pero lo aleja porque tiene miedo, porque, y aunque me duela decirlo, estamos ante un ser cobarde ¿Y tu te denominas un vitalista?- Pedro me mira con rostro seguro de si mismo. Me niego a creer en sus argumentaciones, pero milagrosamente las respeto. Puede que incluso tenga algo de razón.
-Yo tampoco creo en el amor-Habló el maestro de la perilla experto en Unamuno.
-¿Hoy estamos nihilistas, llamo a Nietzsche para que nos acompañe?-Pedro suelta el chiste intelectual perfecto para que todos caigan rendidos a sus pies. La mesa de norte a sur grita de risa enloquecidamente. Me siento desafortunado por estar sentado con esta bazofia de gente...
La segunda parte de la noche avanza lenta y bochornosamente, primero nos sentamos en una terraza, me pido otra cerveza, no, mejor un martini. Subo las piernas sobre la silla, no hablo, sólo escucho, alguien habla por teléfono, la ciudad está iluminada de un modo especialmente romántico, perfecta para ser fotografiada. Mientras el bullicio me rodea pienso en todo lo que me gustaria haber sido y no he conseguido, pienso en mis fracasos, en que me habria encantado ser músico y tocar el piano, en que podria haber sido fotógrafo. En ese momento aparece a mi lado un ser transparente, tan repentina como fugaz, su aparición apenas me conmueve, parece un espectro, soy el único que puede verlo, es curioso como la gente lo traspasa sin sentir absolutamente nada. Se acerca a mi pero no tengo miedo.
-Hola Dante- Desde cerca puedo observar como una barba morena no especialmente profunda le recorre el rostro.
-Ho...-la respiración me corta las sílabas que salen por mi boca.
-No te asustes, no vengo a llevarte al inframundo, solo quería mantener una pequeña conversación contigo.
-¿Eres el fantasma de las navidades pasadas?
-No exactamente, vengo del pasado si, pero siento decirte que estamos en verano, asi que tu predicción no es la más correcta.
-Oh, tu eres... eres...
-Si Dante, soy el Che
-¡El Che! ¡Esto es increible! Estoy sentado en una terraza de verano bebiendo un martini con el Che.
-Cualquiera diria que estás loco...
-¿Lo estoy?¿Realmente crees que estoy loco?
-Sólo soy un producto de tu imaginación, no puedo contestar a eso, pero si que me gustaría hablar contigo de otros asuntos...



martes, 1 de julio de 2008

Divagaciones de un misántropo sentimental. Parte I





Enciendo la radio, una vieja canción invade mi cuerpo haciendome ver el mundo desde otra perspectiva. Hoy le he mandado un mensaje, al igual que ayer... un mes ha pasado desde que dejase de contestar a mis llamadas. La tristeza recorre mi esencia por momentos, claro que por momentos también desaparece volviendome un ser extrañamente eufórico. Y sus rizos brillan por el cristal de mi ventana, pero ya no es ella, es el cruel reflejo de este sol maldito del sur.
Mi habitación está revuelta, hace varios dias que no piso la calle. Tal vez debería salir, sin nadie, dar un paseo en solitario, con el único acompañamiento de mis pasos.
Una camiseta a rayas servirá, botines sucios testigos de tantos andares, ciudad oscura envuelta en luz potente. Unas calles mediocres saludandome con sus resquicios rotos. Mientras camino observo las estatuas amenazantes que me apuntan con el dedo, y entonces llego hacia el comienzo de aquel pasado que se fue.
Una plaza y un banco, miro la estampa y recuerdo el momento, hace exactamente un año. Como dos espectros transparentes me descubro sentado con ella..ambos figuras fantasmales fundidas en un mismo abrazo.¡A la mierda! Como un cobarde escapo del lugar preso de un sentimiento frustrante.
Mi camino se dispersa, sentado en otra plaza, en otro banco, acabo iluminado por la luna rodeado de naranjos muertos. Estoy solo, definitivamente vuelvo a estar solo ¿Pero no es acaso esto lo que el hombre necesita? ¿No es la soledad el único remedio para encontrar la libertad? Intento convencerme a mi mismo pero soy demasiado obstinado en mis depresiones.
De vuelta a casa recorro los adoquines en zig zag, cualquiera diria que el alcohol da ordenes a mi espíritu. Soy un degradado y sucio borracho de esperanzas muertas.
Sordo entre los sordos, ciego entre los ciegos...estoy fuera de mi hasta que una dulce y delicada flor pronuncia mi nombre en la lejanía...
-¿Dante?-Los ojos en blanco delatan mi ausencia, mi falta de mundo...-¡Dante espera!- Grita con una dulzura rabiosamente insoportable. Oh mi Beatriz...¡Has vuelto a mí!
-Beatriz...-Le digo moviendo torpemente los labios.
-Si...creia que no te volvería a ver...- Será estúpida, sólo tenias que responder a mis llamadas
-Te he llamado cada dia pero...
-Shh, lo se lo se, no digas nada, ya sabemos que ese tema está más que acabado ¿Tu que tal estás? Te veo...te veo demasiado delgado- Sonrio poniendole una de mis mejores caras. Pido a Dios que me ayude en estos momentos de esquiva alegria. Miro tras ella, un grupo de amigos la esperan, miro tras de mi, ni siquiera mi sombra me sigue.
-Estás muy bien acompañada...
-Oh si, son unos viejos compañeros de la escuela, habiamos pensado en salir a tomar algo...Oye en serio, ¿Cómo estás?
-Estaría mejor si hubieses contestado mis llamadas
-Vamos Dante, olvidalo ¿Recuerdas aquella película? Si, la vimos juntos, esto es exactamente igual, quedate con lo mejor de todo lo que hemos vivido, no te empeñes en intentar que vuelva, es inútil...no se puede volver al pasado, recuerda que si miras hacia atrás corres el peligro de convertirte en estatua de sal...
-Claro Beatriz, lo que tu digas... tu siempre tenías razón...me voy.
-¿A donde vas?
-A mi casa, a dormir...no todos tenemos la misma capacidad cerebral para guardar en archivadores aquello que no nos gusta...
-Dante es una pena que te marches así...
¡Una pena! Si, es cierto ¡Me voy, me voy!- Me mira con ojos de animal abandonado en mitad de una carretera desértica. Me giro y continuo caminando en zig zag.
-Chao Dante...- Sus últimas palabras me rompen el alma ¿Chao Dante? ¿Eso es todo? ¿Un año compartiendo fluidos y ahora me dices un irónico y debastador "chao"?
¡Estúpida, estúpida!
Son las dos de la tarde, despierto en mi cama hambriento y despeinado. Música, necesito música...un clásico, Mile Davis para comenzar el mediodia bastará.
Enciendo el grifo, el agua cae bruscamente por los cristales humedos de la ducha. Como siempre ahí estoy yo, delante del espejo, mirándome, preguntándome quien coño es ese tipo que intenta traspasar el reflejo de mi ser...¿Es que acaso me conozco?
-¿Qué es lo que estás buscando Dante?- Me dice mi reflejo con mirada desafiante.
-Eh...-Nervioso me pierdo en mis propias palabras.¿Qué es lo que estoy buscando?-Supongo que la felicidad...
-¿La felicidad?¿Te refieres a ese estado inalcanzable y utópico para el espíritu?
-¿Utópico? Creo que no vas a poder convencerme compañero, desde el interior del espejo se deben ver las cosas muy oscuras...
-Iluso...Sabes que la felicidad no existe, ¿Crees que porque una sirena te haya besado vas a ser eternamente joven?
-Sólo quiero ducharme, no me apetece ponerme filosófico cuando estoy recien levantado...
-De acuerdo, de acuerdo, te dejo entonces...pero recuerda estas palabras viejo amigo..."El tiempo no es eterno".
Salgo de la ducha permitiendo que las gotas golpeen contra el suelo formando pequeños charcos a mi alrededor. Enciendo la televisión, la apago, me siento delante de este ordenador que tan poca estima me tiene e intento escribir un breve relato, ¿amor otra vez? te empiezas a repetir gilipollas.Afortunadamente tengo tiempo de descansar un rato antes de volver a vestirme y reunirme con todos los imbéciles de la clase de ingenieria para tomar unas cervezas.
A las diez de la noche espero en la plaza del ayuntamiento, ayer a esta hora aun no sabía que debia encontrarme con Beatriz dos calles más allá.
Ella era tan encantadora, aun recuerdo su rostro y su mirada penetrante. Había una asignatura que nunca llegué a comprender, pero allí estaba ella dispuesta a socorrerme. Lo cierto es que no sólo me salvó de suspender el curso, lo cierto es que me salvó la vida. La muy astuta rozaba su pie con mi entrepierna bajo las mesas de la biblioteca. Primero vinieron los bocados inocentes en el dedo, luego arrastraba su lengua por los poros de mi piel, al tercer dia mi entrepierna se alegraba de saludar a su diminuto pie de geisha.
-¡Hola! ¿Qué tal?- Le dijo el pie a mi ingle enroscandose lentamente hacia arriba.
-Oh...¿Sabes que yo ahora debería estar dormido?
-Lo se entrepierna pero...quiero jugar a la bella durmiente, esta vez tu harás el papel de bella y yo, pie pequeño y femenino me disfrazaré de principe azul ¿Qué te parece?
-Me parece que es hora de estudiar, estamos en una biblioteca y tu deberias estar enroscado en tu zapatilla...
-¡Entrepierna, no seas aguafiestas!¡Despierta! ¡Vive, renace de tus cenizas
!