miércoles, 30 de enero de 2008

tic-tac...

De nuevo juntos, contemplando con paciencia y sabiduría, el lento movimiento de un minutero, siendo conscientes de cada día que es aplastado entre engranajes de este enorme reloj implacable, que no permite la cuenta atrás ni se permite la espera, este reloj que se cobra su recompensa en minutos de vida por cada palabra que le escribo de manera casi vengativa. El reloj, la primitiva herramienta de la cual se sirve el tiempo para no poder ser acusado de traicionero. Siempre avisando, siempre recordando, advirtiéndote que seguramente de poco haya servido que leas estas banales palabras producto de una mente enferma salvo para adelantar unos segundos más las agujas de tu cronómetro. ¡Piensa! ¡Demuestra que vives!

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