miércoles, 2 de abril de 2008

Serenata Esquizofrénica




Su alma, como el humo, se sume bajo la tierra dando gemidos.

Odisea.


El desierto impenetrable me consumía apoderándose de mi esencia con cada grano de arena que se colaba entre mis párpados. Casco en mano de plumaje rojo subo a mi corcel dispuesto a descender. ¡Que horrible me habían descrito siempre la muerte y que bello era su cadáver! Ni siquiera Hades pudo arrebatarle la belleza que su cuerpo yerto desprendía.
El viento desliza su cabello sobre el suelo polvoriento de la nada, me alejo sin mirar al frente, no puedo separar mi alma de la suya ¡Eurídice! Yo desafío a todos los dioses del olimpo y cabalgo bajo tierra por los círculos del infierno para secuestrar tu alma. A ti, mi querida vida, mi novia, mi esposa te devuelvo el renacer de mis sueños.
Caigo, ¡ya estoy cayendo! Y escucho la serenata, y esas voces oscuras que me dan la bienvenida ¡Oh que crueles deben ser lo dioses destinando un alma tan dulce como la tuya a este oscuro valle de árboles que arden!
¡Eurídice, agarra mi mano tu no debes morir nunca! Tú no te desvanecerás en el aire porque yo no miraré hacia atrás, porque he venido hasta ti desmontando mitos y, porque tu pie no quedará dentro de este inframundo. Aunque no exista el cielo nosotros buscaremos los paraísos artificiales visitando a Baudelaire ¡Y en el fondo te digo que no soy más que un sucio y pérfido egoísta, porque contigo no necesito buscar paraísos perdidos, porque tú eres mi edén, mi nirvana, mi reino de Dios!
Ya acabó la Serenata, ya acabó este sueño. Despierto, mi corazón se consuela enfuerecidamente por no haberte encontrado aun entre los rincones de esta vieja ciudad.
A ti, mi querida y desconocida Eurídice te regalo estos versos, por si acaso muero antes de probar tus besos.

2 comentarios:

Rasen dijo...

"Luxe, calme et voluptée..."

Orfeo debió haber sido ciego!

Unknown dijo...

Te has ido un poco del estilo que estabas buscando, de todos modos está bien.

¿No son crueles los dioses por haberla dejado morir a ella, y con ella a tantas otras grandes bellezas? Que desdeñable puede hacérsele a uno la existencia cuando comprueba que hasta lo más puro se ve corrompido.