lunes, 3 de noviembre de 2008

El desconocido III.



Un gato silencioso pasó por el lugar.
-¡Miau!
-¡Los animales! ¡Los animales! Ellos heredarán la Tierra.
Simón miró al vagabundo desaprobando la idea.-Si amigo, yo he visto la nobleza en los perros, he visto el valor, la astucia y la virtud; sin embargo en los hombres, no he visto más que dolor, hostilidad y arrogancia- Exclamó el desconocido.
-Y libertad buen hombre, bendita libertad la de los hombres- Contestó Simón sorprendiéndose a sí mismo de seguirle la conversación al extraño.
-¡Libertad ninguna!
-Los animales no son más que frías máquinas, robots, autómatas creados por Dios para nacer, cazar, follar y morir.
-¡Máquinas!- El desconocido empezó a reir desmesuradamente.
-Lo son, jamás podrán elegir entre esta cosa y la otra, no son más que pura repetición, seres inútiles de la naturaleza.
-"¿Te creeh superioh verdad amigo?"
-Lo soy, lo somos...
-"Yo no soy superioh, mírame, soy la representación de la decadencia humana, la autodestrucción más insultante, restos de una civilización que se hunde...¿Con lo bien que empezamos en Grecia eh?"
-¡Un alma libre! Capaz de elegir entre vivir o morir, ese cigarro que tienes en la mano te acabará fulminando, tienes plena libertad de darle una última calada o tirarlo ahora misma, en definitiva, tu esencia se compone de voluntad, los animales no conocen ese término.
-¿Voluntad?
-Voluntad de vivir... ¿Y qué hay del poder de la creación, de la representación más bella? Del poder de fijarse en la mirada femenina, de crear obras de arte...¿Crees que algún día un gato será capaz de pintar la capilla sixtina? ¿De legar a la historia algo tan desmedurado y bello hasta el insulto como el Renacimiento?
-"Tu filantropía me deja asombrao"
-Yo no amo al ser humano, al contrario, lo detesto, me provoca ardores en el estómago hasta reventar. Te odio a tí y a todos los de tu especie, me odio a mí mismo y a lo más profundo de mi alma.
-"Amigo, deberias rezarle a Dioh pah que te ayude, estás más enfermo que yo"- Exclamó el desconocido sonriendo.
-Mi noción de Dios no puede ayudarme, es inútil.
-"¿Puedo preguntar que noción de Dioh es la tuya?"
-Dios es este árbol, es el agua que gotea contra el suelo polvoriento cuando la ciudad se abrasa, no es más que el aire que respiramos...
-Naturaleza...
-¡Eso es! La naturaleza es la única fuerza divina que yo conozco, el único poder que da vida y aniquila, ni reglas ni leyes son válidas para ese monstruo demencial compuesto de valles y océanos envueltos en cólera.
-Amigo, si en la naturaleza no hubieramo integrao esas leyes que tanto detestas, el mundo sería un caos abrumador, un mar de amargura incontrolah. El cirmen y las pasiones bailarían a sus anchas.
-¿No es eso lo que la naturaleza ansia?¿Acaso los animales no matan, masacran y desgarran?¿No ejerce su poder el más fuerte sobre el más débil?
-La vida sería insostenible amigo, la muerte nos acecharía en todo momento. El asesinato sería la única ley establecida.
-¿Crees que a la naturaleza eso le importa lo más mínimo? Tu no eres más que materia, átomos flotando en el abismo. Desaparecerás un día para ser sustituido por materia nueva, viniste de Dios y a Dios volverás,¡Ni ética ni moral, sólo principio de creación, destrucción y renovación! No somos más que una parte ignorada de este cosmos extraordinariamente desconocido.
-"Amigo tanta metafísica incontrolah me ha dao gana de meah"
-Tiene razón, la cerveza ya empieza a manifestarse desesperadamente...yo también iré.
Tras un callejón oscuro, dominado por la basura y el caos, Simón dejaba escapara al aire el chorro de alcohol inservible para poco a poco ir recuperando la poca cordura que originalmente poseía.
El desconocido por otro lado orinaba frente a uno de los árboles muertos de la vieja plaza.
Un cartel sobre alguna exposición de arte contemporáneo colgaba con desidia en una de las paredes donde se encontraba Simón apoyado; de manera casi inconsciente expulsó desorbitadamente las últimas gotas de ruso blanco sobre el panfleto de la exposición.
-¡He terminado!- dijo el desconocido limpiándose las manos sobre el sucio pantalón de pana que vestía. Simón lo escuchó, se cerró la bragueta y por un instante se preguntó quien podía ser aquel extraño personaje, de donde provenía...¿Qué historia apabullante podría relatarle sobre el pasado? El caso es que...¡Coño! las siete de la mañana en el reloj de la torre. No podía perder más tiempo, cogería el primer autobús y regresaría a casa antes de que Clara despertase. No quería más discusiones, por encima de todo amaba a aquella mujer...quizá ella no pensaba lo mismo, pero sinceramente...y como decían por allí "se la traía floja".


1 comentario:

j.blesa dijo...

No está nada mal tío, el II y I me gustaron más, es complicado, aun siendo ducho como lo eres, en esto creo que a veces topas con ciertos retos como este. La ambientación de II me hace sentir la humedad mientras leo III. Acabo gustandome(te)contigo mismo: /Un cartel sobre alguna exposición de arte contemporáneo colgaba con desidia en una de las paredes donde se encontraba Simón apoyado; de manera casi inconsciente expulsó desorbitadamente las últimas gotas de ruso blanco sobre el panfleto de la exposición.
-¡He terminado! /