miércoles, 6 de febrero de 2008

La irremediable soberbia de las sirenas


De las orillas de la mar unas esbeltas piernas caminan hacia la arena, el sol calienta con fuerza y el horizonte oculta pequeños barcos de papel ¿Qué es lo que ocurre? Las sirenas han aprendido a caminar, ya no se limitan a ahogarnos en la profundidad de las aguas, ahora pasean entre adoquines por plazas y terrazas lanzando su canto elegiacamente bello contra ti. Y aun recuerdo como Ulises pedía que lo atasen al mástil de su barco para que al pasar por la bahía no fuese embaucado por estas desdichadas embaucadoras. ¡Oh, quien fuese Ulises para atarse en cada esquina de la urbe!
¿Y que hay de la soberbia con la que viajan? Todas presumen y se jactan de su belleza, sabiendo que son la hoja de doble filo con la que acuchillar, somos su alimento a la par que sus creadores, nosotros las educamos, al fin y al cabo no son mas que arcilla entre los dedos ¡el nuevo Prometeo ha nacido! Son el peor de los males, el peor de los dolores, aun pensando esto, nunca conoció quien escribe estas palabras dolor más hermoso.

1 comentario:

Unknown dijo...

Sirenas... No todas las que taconean por la acera merecen tal título, pero supongo que no te refieres a todas, sino a las que verdaderamente llaman nuestra atención, acogen nuestro corazón con una dulzura inesperada y terminan acuchillándolo entre hermosos susurros.
Peligrosas, pero irremediablemente bellas en su maldad.