lunes, 4 de febrero de 2008

La suave caida en el abismo produce monstruos


Ya no mereces vivir, tus ojos están envenenados del terror oscuro de la noche, ¡Grítame si miento! Has caído en la más profundas de las locuras, das asco y estás enferma, tu piel se pudre bajo los cielos tormentosos del desierto ¿Recuerdas aquellos días en los que el Sol nos iluminaba a todos? ¡No! Tu ya no tienes memoria, la borraste el día que la infección cayó sobre tus huesos, al igual que tu corazón está fría y congelada. Te lo advertí, te abracé y tapándote los ojos para que no mirases el abismo te susurré al oído aquellas palabras de viejo loco –No mires al abismo o el abismo te mirará a ti-
Pero tu curiosidad es mas fuerte que yo, me batió en duelo y me venció. Entonces miraste y te lanzaste estrepitosamente a la inmensidad de la noche, grité, pero ya sólo mi voz me respondió.
La suave bruma de tu sombra me persigue, corro y corro, me topo con trampas y mazmorras, cuerdas y cuchillos, pero mis piernas me traicionan llevándome a una fugaz vuelta a tu mirada ¡Esos ojos me engañaron, tus labios me besaron, mi carne con tu carne…ya sólo eran una, entonces me miré al espejo…Ya no merezco vivir, mis ojos están envenenados del terror oscuro de la noche, he caído en la más profunda de las locuras, doy asco y estoy enfermo.

1 comentario:

Unknown dijo...

Genial. Tu forma de escribir agobiante, que te sume en la más asquerosa miseria (más bien te recuerda que estás sumida en ella) me encanta.

Esos ojos... Siempre que sean de una mujer, engañan.