domingo, 17 de febrero de 2008

¿Por qué nos gusta tanto el cine?


Desde los no muy lejanos inicios de este blog, quien escribe estas palabras tuvo siempre en mente dedicar un espacio al maravilloso y siempre despreciado arte cinematográfico. Maravilloso pues no he conocido ni conoceré arma expresiva con mayor capacidad emotiva y que conjugue en una sola rama todas y cada una de las artes establecidas, ya sea literatura, fotografía, arquitectura, música y demás recursos narrativos. Despreciado porque el cine ya no es cine, se ha convertido en industria, en fuegos artificiales y en prolongados anuncios televisivos. Hoy en día parece dársele más prioridad al diseñador que viste la última estrella de Hollywood que a la carga moral de un travelling. Y es que la magia se va perdiendo, las películas de hoy no tienen ese regusto que revestía aquellas historias trágicas y apasionadas del blanco y negro de antaño.
Aun así servidor guarda la esperanza y salva un buen puñado de títulos emblemáticos que escondidos sutilmente entre matorrales van estrenándose en las grandes salas comerciales. Y no hablo sólo de cine independiente o de autor fabricado para gafa pastas de segunda fila (royo Isabel Coixet), hablo de productos provenientes de la mismísima meca del cine, aquella que llaman la ciudad de los ángeles y que cada año hace gala de lo buenos y ricos que son entregando una estatuilla dorada llamada Oscar.
Pero no es de celebridades de lo que me interesa hablar, sino de pasión. Esa pasión que se siente al ver una película y que realmente parece que no todos son capaces de experimentar, cuando hablo de cine hablo de esa emoción que Ed Wood ponía en cada una de sus películas, aunque a dia de hoy se le considere el peor cineasta de la historia. Y es que cuando hablo de cine, quiero referirme a ese androide al borde de la muerte que en sus últimos minutos de agonía se agarraba a la vida asegurando que todos esos momentos se perderían en el tiempo como lágrimas en la lluvia, me refiero al entrañable personaje de Charlot regalando flores a la vendedora ciega de Luces de la ciudad, a Drácula renunciando a la salvación eterna por su amor Elisabeta o a un grupo salvaje dirigiéndose al crepúsculo del oeste para salvar la sangre de un amigo.
En esto consiste el cine, en pequeños detalles que van configurando tu experiencia personal y que como una droga que recorre tu sangre va pidiendo más y más, hasta necesitar incluso dosis diaria.
Y es que cuando alguien hace esa peliaguda pregunta típica de por que nos gusta tanto el cine no puedo evitar recurrir a una cita de aquella película española titulada Arrebato que decía, “A mi no me gusta el cine, al cine le gusto yo”.

1 comentario:

Unknown dijo...

Y tanto que le gustamos... Una lástima tener que "desperdiciar" una entrada teniendo que explicar lo que es el Cine, con mayúsculas, en vez de poder glosar de lo que directamente hace sentir esa explosión de arte y buen (o mal) gusto llevado con ingenio.

Yo siempre he tenido esa espinita clavada, la de disfrutar del Cine. Sabía que había algo más fuera de esas macroproducciones -que también están bien, pero matar el rato entre risas o quemar adrenalina, no más- y creo que en gran parte te debo el haber ido descubriendo lo que puede llegar a dar este arte.