jueves, 21 de febrero de 2008

Sade. Cuando Francia salpica de sangre a Europa.


La madre ordenará
esta lectura a su hija.


Tiranos despóticos, médicos que descuartizan vírgenes en sótanos oscuros, monjes depravados por la gula y la lujuria, aristócratas homosexuales con tendencias homicidas…todos estos caracteres recorren el mapa sadiano en busca del libertinaje como forma de vida hedonista subordinada a la perversión y a una jerarquizacion nada amable de la realidad.
Ante todo busco con este artículo el poner en el lugar que hasta hace muy poco e incluso a día de hoy se le ha negado a Sade, el cual desde que servidor se inició en sus lecturas ha considerado sin prejuicios como uno de los filósofos claves del periodo ilustrado. Y aunque el título que preside estas palabras no sea especialmente de mi agrado pues parece defender el lado mas hemoglóbico del autor francés lo dejaré tal cual por puro capricho estético. Y es que no son pocos los que me han hecho el cuestionamiento casi obsceno para mi persona, de la implicación del creador de Los infortunios de la virtud en actos criminales, violaciones y demás perversiones que no voy a entrar a discutir, pues no pretendo con este texto hacer un viaje por la vida del autor (que por cierto tiene mucho de interesante y ha influido en la temática de su obra mas de lo que se cree) sino indagar en los aspectos filosóficos y políticos que impregnan las palabras de sus libros. En definitiva, todo aquel que aun no sepa de que estamos hablando, lo invito a que haga un pequeño viaje al centro de la Wikipedia y se informe levemente sin profundizar en demasía sobre quien era realmente el Marqués de Sade.
Donatien-Alponse-Francois, marqués de Sade, nace en un momento histórico cultural (1740), destacado por el Despotismo ilustrado, tal vez sea este hecho el que le lleve a convertirse en un autor maldito. Problemático en su temática se ha convertido en un escritor mal interpretado y juzgado superficialmente sin ahondar en la complejidad de su mensaje. Es muy cómodo tachar a este revolucionario de la moral, de obsceno y pornográfico, cuando la pornografía ni si quiera busca un fin ético y mucho menos estético. ¿Pero a qué ética nos estamos refiriendo cuando hablamos de Sade? A esa misma que en la actualidad venimos llamando ética del deseo y que ya trataron autores como Nietzsche o Freud. Y es que la obra de Sade se construye a través de los impulsos, del totalitarismo y del abuso del más fuerte sobre el débil, para ello el autor francés nos presenta siempre al abusado como una víctima inocente, virgen si se prefiere y cuya carne puede ser anulada, y es que si de algo sabe Sade es de los abusos de poder, este proscrito expresa su odio por el tirano en todas sus obras, y lo presenta como un dictador (que Passolini convertirá en fascista) que no anula solo el espíritu sino también el cuerpo, la carne de sus súbditos. En la obra sadiana desaparece la noción de persona, y por vez primera mata a Dios de una forma moderna, el tirano sólo puede aparecer en una sociedad regida por leyes, según el divino marqués en un mundo anárquico jamás se daría el despotismo, solo la supervivencia como la entiende la naturaleza. Lo que Sade busca con su catálogo de perversiones, es dar un primer paso para convertirlos en objeto de análisis científico, para describirlos, para explicarlos: Freud todavía no habia nacido para explicar lo que Sade ya anticipa: que las desviaciones sexuales, aunque brotan en el individuo, de su apartado físico, derivan de hecho de la sociedad, contra la que el hombre se rebela para tratar de romper los frenos que pone a su deseo.
Y este deseo del hombre tiene en Sade por origen la naturaleza: sucesor de los grandes naturalistas y filósofos que habían iniciado el análisis de la naturaleza ciento cincuenta años antes, Buffón, Holbach, La Mettrie, el marqués de Sade defiende un materialismo para el que el individuo sólo es una molécula de una especie, y ésta una mas entre el resto de las que existieron y desaparecieron o permanecen, de las que existen y de las que existirán: la vida, como Buffón dice de los animales, no tiene mayor importancia para el orden de la naturaleza: la reproducción nace de la destrucción; en todas partes no hay más que tiranos, crueldad y salvajismo, y aunque reine la muerte y la destrucción, la vida no por eso disminuye, porque la naturaleza se encarga de llenar el vacío que producen.
Se entiende que estas teorías choquen con el subconsciente colectivo por lo que tienen de frías y antihumanas, pero como ya he dicho en otras ocasiones hay que dejar los prejuicios a un lado y salir en busca de la verdad aunque acabemos quemados, magullados, violados o anulados ¡¿Debemos ser un desgraciado personaje nacido de la pluma de Sade para conocer los infortunios y penurias de este mundo?!
Y que nadie nos tache de pesimistas y oscuros, pues no lo pretendemos, simplemente y como Sade también lo era, somos defensores de una realidad llena de sarcasmo y dolor, de ruido y de furia. Estamos en este basto manicomio y posiblemente como a la desdichada Justine, cuando hayamos alcanzado la felicidad nos visitará un rayo para partirnos en dos.

2 comentarios:

Unknown dijo...

Puede que sea más técnico que de lo que hubieras deseado, pero no se hace pesada la lectura.

Como ya sabes lo que yo recrimino a este autor (y a la colección de autores que citas, como Buffon o La Mettrie -este último bastante trabajado en los últimos meses-) es una cosa: Somos algo más.

Tal vez es una fatua esperanza, pero necesito creer que hay algo más que carne en nosotros, y sé que tú también. Puede que sea porque es una apuesta muy arriesgada pensar que no hay nada más, puede que sea porque mi educación cristiana me acosa más de lo que deseara... Pero lo cierto es que necesito pensar que no es todo materia.

Por otro lado, le hago "chapó" a su búsqueda de una moral "para la carne". Creo que es necesaria, al igual que veo necesaria una moral "para el espíritu", y ahí Sade fue un maestro. Al fin y al cabo, como tú bien dices, sus obras no buscaban la obscenidad por la obscenidad, sino que se recreaba en cierto arte de cómo mostrar el mundo con unos ojos muy diferentes a los de entonces, y aplicándoles unos valores (pondría esta última palabra en negrita, si el software me lo permitiera) muy distintos -y muy valientes- de los de su época.

Creo que has hecho bien creando esta entrada, darás pie a que algunos se repiensen su concepción de Sade

Anónimo dijo...

Es la vida de Sade una vida enriquecida con elementos muy significativos y variados: la perversión sexual, el libertinaje, la violencia, el encarcelamiento, el derecho del más fuerte, una vida hedonista, etc. Y es que todos esos elementos juntos en un hombre como él un Marqués nada escrupuloso dedicado exclusivamente a satisfacer sus intereses personales y caprichos no puede por menos que ser un espíritu revelador de todo aquello que en su tiempo había que evitar y reprimir. De manera que puede ser reconocido como un autentico revolucionario de su época, un personaje digno de estudio tanto más cuanto su filosofía es un espejo que no conviene ignorar tanto menos cuanto más se refleja en él el cuerdo mundo actual. Y es que la hipocresía mezclada con vergüenza inundaba su entorno quizás por envidia quizás por celos fue desterrado, condenado, castigado pero nada ponía frenos a su implacable sed. Satirizaba a los que lo acusaban, él, un profundo ateo como él, firme en sus convicciones, considerado un demente. Después de tal descripción ¿Quién sufría demencia? Es significativo el hecho de que lo enviaran a él al manicomio.