viernes, 7 de marzo de 2008

Apuntes de Viaje. La Belleza


El cielo aún está luminoso y las montañas pasean sus verdes caminos ante la inmediatez de mi mirada. Sol que brilla acalorando mi pálido rostro mientras este viejo tren camina paciente por el sur despoblado de la realidad ¡Cuanta belleza suspiradora se contonea ante mis ojos rogando angustiosamente ser descrita por unas pocas palabras! ¡Cuanta belleza perpleja agoniza tras mi ventana en este tren con destino a ninguna parte!
Que crueldad la de la belleza que me engaña con su oscuridad y me hace preso iluso al entrar en ese tenebroso túnel.
Que verdad aquella que insinuaba con especial desvergüenza que incluso en los cielos tormentosos del azar se podía encontrar la libertad, que en incluso en las llamas sofocadas de aquel infierno dantesco se escondía la vitalidad de un poema.
Y fue entonces cuando la descubrí, en medio de la penetrante oscuridad, cuando el luminoso paisaje dio paso a la nada para traerme el todo. Allí estabas, reflejándote en el cristal de mi ventana sobre un fondo negro en la inmensidad.
La belleza se había fugado del alargado y elegante ciprés para transformarse en una joven y deslizante ninfa de los bosques. ¡Ninfa que descansa graciosamente frente a mi mirada, siendo portadora de la más que huidiza inspiración!
Y aunque no lo sepas he atrapado parte de tu fragancia para la eternidad. Como en una vieja fotografía tu recuerdo ya no perecerá.
Entonces interrumpes mi escritura con un suave bostezo que expulsa ese aire divino haciéndome volar. ¡Volar fuera de este devenir!
Y recorro tus senos como montañas de fina arena que desprenden erotismo como aquel cuadro de Dalí. El viaje es largo, por tus cabellos me deslizo cual cataratas modernistas que llenan de envidia a un Rubén Darío que se lamenta en el resquicio de una nube por no haber conocido en vida belleza igual. Y tus ojos ¡Oh tus ojos! Miran el paisaje ingenuos de no saber que el paisaje eres tú, que el cielo, la tierra, las nubes… ¡la vida! Están en ti, y cuando tu carne desaparezca…cuando esto ocurra, entonces la noche nos visitará y la Tierra destrozada por la pasión se encorvará en un lamento de desesperanza por haber perdido una pequeña gota de belleza.
Y mientras me pierdo con estas vacilaciones tu sonrisa se levanta decorando los pequeños lunares de un rostro que me mira. Vuelvo a mirar a través de mi ventana; tus ojos no son dignos de este pobre mortal ¡Poderosa Afrodita!

Belleza aparecida en algún lugar entre
Granada y Sevilla.

1 comentario:

Unknown dijo...

Si ella lo supiera... Si tan siquiera sospechara tremenda descripción, tal vez no volviese a sentirse desdichada.

Precioso, me ha dejado de piedra. !Qué grande puede llegar a ser un arrebato de pasión!