domingo, 2 de marzo de 2008

El encogimiento de hombros generacional

Y es que estamos, efectivamente, en un asombroso estado de auténtica pasividad. Por mucho que algunos se encierren en edificios públicos en señal de protesta y hagan sus manifestaciones, lo que les mueve no es una conciencia real del problema que se puede estar tratando, sino esa absurda sensación de tener que mostrarse rebelde ante cualquier imposición.
Estamos en una época en la cual la lucha por los valores se ve como algo pasado, casposo e incluso infantil. Nuestros jóvenes no confían en ellos mismos, y nadie lo hace por ellos -y casi que es lo que mejor que hacen-. Es cierto que mucho se debe a la educación recibida, que coarta los horizontes del pensamiento y no deja querer ver más allá de la fiesta del próximo fin de semana, del porro fumado aquella tarde o del chico/a que te llevaste al lecho anoche.
No nos quedan héroes, sólo seres pusilánimes que no desean complicarse la cabeza pensando demasiado -incluso los que se supone que, por sus estudios, eso le interesa- y muchos menos complicarse la vida. Pero bien pensado ¿Para qué? ¿Para qué molestarse en luchar por algo que seguramente no creen? Sus vidas son cómodas. De una forma de otra conseguirán sobrevivir en este caos. Ellos lo saben y es su perdición.
Luego la vida pasa, los años pasan, su vida pasa... ¿Y qué fue de aquellos que bailaron en aquella fiesta? ¿Qué de aquella chica que te hacía suspirar? ¿Qué de aquel banco que no significa nada para esos otros que se sientan en él? Vacío.
Y esa es su vida, la vida de la gran mayoría. ¿Para qué? ¿Porqué se molestan siquiera en existir?
Tengo una casa, un perro, puede incluso que una persona que me ama a mi lado. Si las cosas te han ido bien, el trabajo será ameno y la recompensa económica también. ¿Y qué? ¿De verdad quieren eso aquellos que un día, con sólo preocuparse más de su existencia, pudieron ser héroes?
Vida sólo hay una -asquea ya por lo repetido-, y después no hay nada. Nada. Como mucho, un Dios que no te necesita, que no te ama y que, probablemente, incluso le puede molestar tu existencia. ¿Y tú qué? Tú Nada.
Tal vez es el desvarío de alguien que lucha demasiadas veces a contracorriente, que se molesta demasiado por la pasividad del vulgo, que espera de la Humanidad más de lo que esta puede darse a sí misma. Puede que sea un canto de desesperanza de alguien que había confiado en el ser humano. Puede que tan sólo sea locura. Pero lo cierto es que cada vez que miro a mi alrededor, cada vez me entran más ganas de usar ese arma que una vez guardé dispuesto a no usarla... Al menos contra mí.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Cierta persona, cierto dia en cierto lugar me dijo -¡Encerrámonos en la facultad y celebremos nuestro particular mayo del 68!-Es una pena que tengamos el cambio en nuestras manos y lo tomemos a la ligera organizando una de nuestra estúpidas barriladas dentro de la facultad "como si de una protesta se tratase".
Así incluso prefiero ser una mierda cantante y danzante del mundo y no preocuparme por nada, como tu dices ya lo tenemos todo resuelto. O quizá como ya dijo Chuck Palahniuk el problema resida en que no hemos sufrido una gran guerra, ni una depresión, nuestra guerra es la espiritual y nuestra gran depresión nuestra vida.

Anónimo dijo...

un post perfecto. toda la razón.


un abrazo desde el mismo lado